24.10.19

Peregrinamos como comunidad: Cruzada de María

El sábado 7 y domingo 8 de setiembre estudiantes del Liceo, del Centro Juvenil, ex-alumnos, educadores y algunos padres se sumaron a la «Cruzada a María», un momento para compartir la vida y la fe en comunidad, organizado por el Movimiento de Schoenstatt. “En mi caso, fue la primera vez que fui y la verdad es que fue una experiencia, que de lo que me contaban a lo que vi y a lo que viví, fue impresionante.” comparte Elvira
Sisnandez, referente del Liceo. 

La noche previa destinaron un tiempo de oración y reflexión para preparar el corazón y vivir con intensidad y profundidad la peregrinación. “Este año vinimos a Provi y nos quedamos a dormir, hicimos juegos sobre la peregrinación, hicimos un rosario, y Lucho nos contó la historia de cómo empezó todo y al otro día tuvimos la peregrinación”, comparte Morena estudiante de tercero de Liceo. Fue una instancia para repasar lo que nos motiva a realizar la cruzada, entender su sentido y reconocer cómo estoy y qué llevo de mi a la peregrinación. “De verdad que es una concentración pero más del corazón. Hicimos una dinámica de pensar en gente que queríamos llevar en nuestra mochila, pensando en por qué y por quién queremos rezar en el camino. Cantamos, rezamos y nos preparamos para caminar todos juntos al otro día”, comparte Elvira.

Con mucha alegría y entusiasmo caminaron 25 kilómetros cantando y celebrando hasta llegar al santuario de Nueva Helvecia. La caminata tenía un sentido especial para cada uno, ya que la dedicaban a una persona que estuviera precisando su oración. “Empezamos a caminar, hicimos 25 kilómetros, para empezar a caminar nos encontramos con el Padre Tommy. Mientras caminábamos pensábamos en una persona, que capaz no había ido por algún motivo o que estaba pasando algún momento difícil, para rezar por esa persona. También rezábamos por nuestras familias”, comparte Morena. Se construyó un clima de familia y encuentro, “se generó en ese camino mucha charla con los chiquilines, con nuestros propios compañeros, educadores, ir caminando todos juntos, cantando y rezando, me parece que te da la posibilidad para pensar, para conocerte, para pensar en alguna cosa que andes teniendo en la cabeza y en el corazón”, cuenta Elvira. Acompañados por la Mater, vivieron momentos muy especiales como comunidad. “Me emocionó ver cuando Lautaro y Anderson estaban cargando la virgen. No solo el que estén cargando sino la ansiedad de ellos de querer estar ahí, lo que significaba en ese momento querer llevar a la Mater, para ellos, para sus compañeros y para todos nosotros”, comparte Elvira. 

Es una instancia que permitió que el grupo fortaleciera los vínculos. Ver a los chiquilines super comprometidos, super cariñosos con sus demás compañeros, preocupados, se compartían las cosas, agua, comida, lo que sea. Entonces eso me parece que es un signo de amor que está demás”, comparte Elvira. En el camino, todos se alentaban mutuamente para llegar, “se vivió lindo, si uno quería parar no lo dejábamos, lo motivamos a que siguiera, que teníamos que llegar todos juntos. Fuimos de los primeros en llegar porque todos nos apoyamos entre todos”, cuenta Morena. Fue una experiencia muy valiosa, Me queda grabada esa energía entre los chiquilines, cantando, rezando, iban como super concentrados. No solo con la meta de llegar sino dispuestos realmente a compartir con el otro. Eran conscientes de la importancia y de lo bien que les hace compartir con el otro, preocuparse por el otro, el estar pendientes de que lleguen todos. Eso es con lo que más me quedo y me parece que los gurises lo recontra disfrutaron”, cuenta Elvira. Permitió, también, reforzar la identidad como parte del Centro Educativo Providencia. “Estaban predispuestos al compartir. Desde el sábado estuvimos todos juntos, estudiantes del Liceo, del Centro Juvenil, exalumnos, educadores, gente que en la diaria no se ven mucho y de verdad se sintió esto de que todos somos  Provi”, cuenta Elvira.

La peregrinación es una instancia que nos permite profundizar sobre nuestra identidad kentenijiana, volver a reconocer a la Mater en nuestra historia de comunidad. Un parar en la rutina diaria para identificar el sentido de nuestro caminar. “Me parece que de verdad es un momento realmente de encuentro y de una oportunidad para la transformación mutua”, concluye Elvira.

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