26.06.19

¡Poniendo en práctica nuestra ciudadanía!

En el Liceo y en el Club de Niños del Centro Educativo Providencia hay un equipo de trabajo destinado a reflexionar e implementar un proyecto de participación que fomenta la formación transversal en habilidades de convivencia y motiva a los estudiantes a desarrollar vínculos interpersonales de calidad y a apropiarse del centro educativo que integran.  

Entre varios espacios de participación que se desarrollan se encuentran el grupo de delegados y la realización de Asambleas Generales, en los que nos detendremos en está oportunidad. Son instancias específicas donde los estudiantes participan directamente de la toma de decisiones de la institución. El objetivo es que los jóvenes “puedan reconocerse como parte de la comunidad educativa y en función de ello tomar decisiones”, explica Carolina Naya, trabajadora social del Liceo. No se trata solo decir lo que piensan sino participar activamente en la construcción de la institución, asumiendo compromisos y responsabilidades. Lucía, delegada de segundo año del Liceo, valora estas instancias:  “A mi me parece importante que existan estos espacios porque es una manera de que nosotros, los jóvenes, nos sintamos más cercanos a Providencia. Creo que es un espacio que ayuda a que nos sintamos más a gusto y nos podamos comunicar y tener una mejor relación entre todos, entre los compañeros y con los profesores”. Además, esto permite a los estudiantes formarse como ciudadanos y poner en práctica tanto su derecho a ser escuchados como la responsabilidad de tomar decisiones sobre la institución. De esta manera, se trabaja en el desarrollo de una conciencia colectiva y se fortalecen la asertividad y la capacidad de argumentación, entre otras habilidades. “Me gusta ser delegada porque creo que aprendo más escuchando a mis compañeros, escuchando a otros, es una muy buena manera de aprender a escuchar y a ser escuchados” resalta Lucía.

Cada clase tiene dos delegados (con representación paritaria) que se eligen a comienzo de año. Antes de elegirlos, se destina una clase a reflexionar sobre: qué implica ser delegado, cuál es su rol y qué tareas concretas va a desempeñar. “Los delegados tienen la voz de la clase, no con superioridad, sino que ayudan a llevar las propuestas o críticas constructivas de la clase a dirección o a los profesores”, cuenta Angélica, delegada de tercero de Liceo. Los estudiantes se postulan y tienen dos semanas para convencer a sus compañeros de que los elijan. Matías, actual delegado de primero de Liceo que ya  ha sido delegado en 5to y 6to año de escuela en el Club de Niños, afirma “Yo me postule para ser delegado porque era una manera de apoyar y ayudar en Providencia, y tenía muchas opiniones para dar”. Luego, en una clase se realiza la elección: “Para ser delegado vos primero contás por qué querés ser y qué te gusta de ser delegado, y tus compañeros van a votar”, cuenta Lucía. Una vez electo, el delegado desarrolla un vínculo de  confianza con su clase para poder representarla lo mejor posible, “Tenés que ganarte el respeto de ellos respetando vos primero”, explica Matías. 

Cada 15 días el grupo de delegados se juntan con educadores y directores para plantear ideas y trabajar en conjunto para mejorar el centro educativo. En esa instancia, se trasladan inquietudes, problemáticas y sugerencias. Lucía explica “Sos el representante de la clase, yo represento a segundo, los escucho ellos y ellos me escuchan a mi como delegada, y compartimos muchas ideas. Esas ideas que hablamos en clase las llevamos a las reuniones de delegados, las intercambiamos y vemos cómo podemos llegar a que eso funcione”. Angélica, por su parte cuenta que “uno de los proyectos que se realizó se realizó en mi clase,  con ayuda y propuestas de todos, fue un proyecto de medio ambiente. Hicimos una canción y un video sobre el medio ambiente y el reciclaje y participamos de un concurso de la Intendencia”.  También, los delegados, en diferentes momentos del año, asisten a la reunión de profesores para reflexionar sobre cómo mejorar las clases, e intercambian fortalezas y debilidades tanto del grupo como de los profesores. “Nos cuentan cómo somos como grupo, en qué podemos mejorar, intercambios opiniones y podemos llegar a una conclusión para que mejore todo”, explica Lucía. Luego, en las reuniones de delegados, donde algunas veces también asisten profesores, se repasan las devoluciones y se elaboran propuestas para mejorar. 

En cuanto a las Asambleas, es una instancia donde los chiquilines pueden ejercer de manera presencial su derecho de participar, intercambiar y decidir sobre aspectos relevantes de la vida institucional. “Hay dos tipos de asambleas: una cuando hay asamblea en clase, donde todos los alumnos dicen opiniones e ideas, que las anotamos en la pizarra, llenamos toda la pizarra, y una Asamblea General, con todos los estudiantes del liceo, donde resolvemos ideas donde todos tenemos que ver”. El pasado viernes 14 de junio fue la Asamblea General donde se decidió sobre el precio y la venta de las entradas al baile que están organizando. Asimismo, lo recolectado en esta instancia se destinará a la jornada de mantenimiento. “Una de las cosas que resolvimos en la Asamblea General es resolver qué se hace en la jornada de mantenimiento. En las jornadas venimos a pintar, a arreglar, a hacer cosas nuevas que nos parecen importantes para Providencia”, comenta Lucía. Con respecto a su experiencia como delegado en el  Club de Niños, Matías cuenta, “Una vez hicimos una Asamblea donde se habló sobre el tema de la basura, entonces propusimos poner tachos de basura y ahora están por todos lados.”. 

En las instancias de participación surgen muchas iniciativas a concretar, en palabras de Lucía, “los proyectos y sueños que tenemos a futuro en mi clase es generar un espacio en el cual las personas que no les vaya tan bien en algunas materias nos podamos quedar después de clase a explicarles o también juntarnos a  terminar láminas de dibujo o deberes de idioma español”. También está sobre la mesa, “crear un consejo estudiantil donde los estudiantes podamos ayudar más a los profesores y tener más responsabilidades”. 

Más aún, los delegados también asisten a encuentros de participación barriales, como  el “Nodo Educativo Adolescente”, llevado adelante por las instituciones educativas de la zona en conjunto con el SOCAT,  en donde intercambian con niños y jóvenes de la comunidad que asisten a  programas de educación formal y no formal de la zona. “El año pasado participamos del Nodo Adolescente, y hablamos de cosas del barrio y proyectos para mejorarlo, propuestas y festivales y cosas así, y está bueno porque nos ayuda a tener un compromiso con el barrio para mejorar algo, si no fuéramos al Nodo no estaríamos tan metidos en el tema del cuidado del barrio” comenta Angélica. A través de estas instancias se generan contextos colaborativos donde los niños y los jóvenes tienen la experiencia de vivir en comunidad, desarrollando hábitos y habilidades de compromiso y participación. “Aprendí cómo transformar las quejas de mis compañeros en una propuesta que se pueda llevar a los docentes y a la dirección”, cuenta Angélica. Es un espacio que los alumnos consideran valioso porque se sienten contenidos y escuchados, como afirma Matías “Para mi es importante que los niños y los jóvenes puedan compartir sus opiniones, porque los profesores y los educadores los tienen en cuenta”. Desde los más chiquitos hasta los más grandes de Providencia tienen la vivencia de experiencia participativa y de apropiación de la realidad que los rodea, asumiendo su lugar protagónico en el centro educativo. “La verdad aprendí mucho en todo este transcurso y quiero seguir aprendiendo porque siento que es algo que me va a servir muchísimo en la vida”, concluye Lucía.

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